Un chorro de agua fría bajó por mi espalda, apoyé mi s manos en el blanco baldosín del baño… sentí como cada músculo tenso trataba inútilmente de relajarse, tuve que usar como excusa la ducha por que el calor se apoderó de mi, quería saltar sobre ti con desenfreno… sacarte la ropa de un solo tirón y hacerte el amor de la forma más salvaje que hubiese. Verte tendido en la cama no fue tranquilizante, las hormonas actúan rápido… recorrí tu figura con una mirada lenta… me tumbe a tu lado envuelta en la toalla y cada centímetro de mi piel deseaba que la recorrieras, deseaba sentir tu cuerpo pegado al mío “¿Por qué tardas tanto en actuar?” – Pensé – y entonces me sacaste de mis fantasías pidiendo que me vistiera. Accedí contrariada me acerque y en un segundo sin darme casi cuenta ya estaban tus labios buscando los míos tu lengua jugueteando en mi boca. Estar vestida era todavía más caliente que verte desnudo… podía suponerme en una historia, ser cualquier persona famosa o hacer de ti mi amante y esclavo.
Me llene de ansiedad, se me erizo la piel… sentía esa efervescencia recorrer mi cuerpo de una manera loca y desenfrenada.
Tus manos en mi cadera y las mías en tu pecho, mi boca jugando por tu cuello… te me antojaste delicioso, tu olor, tu sabor, tu voz… por fin la tuve para mi. Era mía. Eras mío. Aquella noche; besé cada parte de ti, te recorrí con mis labios, te lamí, te toque… sentí la calidez de tu cuerpo cerca. Nunca antes fue tan real tenerte, como cuando tu lengua tibia jugo con mi sexo y como cada humedad era un grito desesperado para que entraras con fuerza en mí. Los besos en mis senos fueron llamas que hacían arder mi cuerpo.
Desee como loca amarrarte, someterte, ansié tu boca, tus brazos, tu piel… los tuve todos para mi, logrando un clímax y desencadenando una excitación tal que me sumí en un profundo éxtasis de placer.
Quizás ahora que sé lo bien que me sabes… desee con más ganas devorarte por completo.
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